domingo, 23 de septiembre de 2007

El mundo en un sólo lugar

Un joven entonando un verso de Rimbaud, un hombre de sonrisa reluciente hablando sobre las viejas glorias de la cumbia en Barranquilla, y un simple dialogo sobre los días soleados en las costas de Guayaquil, no son sólo características típicas de culturas aparentemente separadas, sino también, elementos de la realidad cotidiana de tres personas distintas, que dejando Francia, Colombia y Ecuador, encontraron en el corazón de nuestra capital una morada que los cobija y ampara, lejos de sus países de orígenes.
Sonriente y pensativo, Evans Alabré transita cada mañana por las húmedas y tristes calles del sector. Alto, delgado, con llamativos ojos prominentes, de piel oscura pero brillante, este joven francés de 22 años llegó a Chile hace 11 meses desde su Versalles natal, como alumno de intercambio en la carrera de sicología de la Universidad Bolivariana. Su objetivo inicial, era estar sólo seis meses en nuestro país, principalmente con el propósito de aprender español y como pretexto para conocer diferentes rincones de Chile y el resto de Sudamérica. Su llegada al lugar no pasó desapercibida, el color de su piel y su acento parecido a un trabalenguas mal pronunciado, fueron sinónimo de innumerables discriminaciones y burlas, las cuales, le significaron sensaciones de aflicción y rabia, pero también, sentimientos de superación y esfuerzo que ni el propio Alabré conocía. Así, este amante de la poesía francesa del siglo XIX y fanático del París Saint Germain (equipo de fútbol de Francia), decidió quedarse aun cuando extraña a su madre y un hermano de tan sólo 9 años. Además, en enero de este año conoció a Claudia, la persona que lo retendría por más tiempo, ambos coincidieron en el taller de integración intercultural Abya- Yala, ubicado en la calle Andes 2580 en pleno Barrio Yungay cuyo objetivo principal es la integración educativa de niños chilenos e inmigrantes, para promover la igualdad de derechos y el respeto a la diversidad cultural, cada sábado a las 16:30 horas, ofrece talleres de danza y actividades recreativas infantiles; este organismo está directamente vinculado a la Universidad Bolivariana y a la Vicaría de la Pastoral Social de la zona norte y centro de la capital. En este Centro, tanto Evans como Claudia iniciaron una labor de voluntariado y tiempo más tarde un pololeo que une a Alabré, más que nunca a las calles de este sector histórico en Santiago.
En el centro de calle Catedral y a pasos del Metro Cumming “Ciber Johana”, es signo de variedad y de acogida a los diferentes extranjeros e inmigrantes que habitan y conviven en las calles del viejo sector. Fabio Ramírez, el dueño, es un colombiano de 43 años proveniente de Barranquilla, viajó a Chile hace 8 años, con la intención de escapar de la FARC y de darle un mejor sustento a su familia. En Colombia se dedicaba a confeccionar carteras, pero la crisis asiática y un malogrado negocio con un socio peruano, fueron las razones perfectas para que este hincha de “Júnior”, buscara nuevas oportunidades en Chile y en el centro de Santiago. De esta forma, viajó solo, y consiguió un trabajo como conserje en el barrio alto, esto implicó que al cabo de diez meses, mandara dos pasajes de avión para su esposa Marta y su hija Johana, que por entonces, tenía siete años. Cuando llegó su familia, decidieron establecerse en el Barrio Yungay por la tranquilidad de sus calles y porque estaba distante de todo el tumulto y las ruidosas calles de una metrópolis como Santiago. Es por ello que decidió establecer un centro de llamados y un ciber café al que denominó con el nombre de su hija; la característica principal de este negocio, es ofrecer tarifas telefónicas a toda Latinoamérica a precios bajos y accesibles para los diferentes extranjeros que habitan en las cercanías del local. De esta forma, los cuarenta pesos a teléfono fijo a Perú o los ochenta que cobra por llamar a sus compatriotas en Colombia, marca la dinámica de un lugar que cada día alberga más y más extranjeros. Además, y al igual que Evans, asiste cada sábado a los talleres de integración Abya-Yala, con la finalidad de encontrar mayor acogida por parte de los chilenos y el mejoramiento de las relaciones entre las diferentes culturas. “Los chilenos me tienen envidia”, es la primera frase que sostiene José Estupiñán a la hora de definir su relación con los vecinos y sus vínculos laborales en nuestro país. Este ecuatoriano de nacimiento y más aun de corazón, a pesar de llevar en Chile seis años, todavía tiene resentimientos y quejas respecto a la serie de discriminaciones e insultos, que recibía diariamente de las personas del barrio. Además, este delgado pero muy imponente diseñador gráfico procedente de Guayaquil, a pesar de tener voz cortante y un tono grave que asusta a cualquiera, es tajante a la hora de sentirse superior a sus conocidos chilenos, según él, lo envidian por ganar más y por tener un título que representa una condición más arriba que un simple mortal, admite ser orgulloso pero humilde en temas que implican dinero, una condición que a simple vista parece estar enterrada bajo kilos de enemistad hacia los chilenos, pero con un afán simple de subsistir y agradecerle a Dios por lo que le ha dado. Trabaja en una empresa constructora en el sector oriente de Santiago y a diferencia de los inmigrantes tradicionales, decidió venir con su familia completa, la cual está constituida por su esposa Michelle y su hijo Aarón. La razón principal de su venida a nuestro país, es porque el campo laboral en su profesión es prácticamente inexistente en Ecuador y más aún, los sueldos son peores, según sostiene.

domingo, 2 de septiembre de 2007

El barrio del olvido


Sin lugar a dudas, que todos sabemos el tipo de ciudad que es Santiago, conocemos los lugares más concurridos, recordamos instantaneamente las estaciones del metro que debemos avanzar para llegar a destino, e incluso sabemos que partes son más peligrosas que otras . Sin embargo, muy pocos conocen y se atreven a indagar en la forma en que ase originó eso,muchos ni siquiera intuyen cómo se origina lo que está ante sus ojos, y mucho menos la sucesión de eventos que transformaron a la capital, en la metrópolis que es hoy en día. Así, la cultura materna y formadora de edificios y toneladas de recuerdos históricos, es desconocida por la gran masa. Muy pocos saben sobre el soporte material y cultural de la ciudad, algunos nisiquiera conocen su pasado inmediato, pero en el "Barrio Yungay", no sólo encuentras eso, también puedes encontrar la mayor cantidad de museos que hay en Chile, la mayor cantidad de edificioes históricos en Santiago, y por supuesto el único lugar en donde se unen las añoranzas de un pasado que muchos quieren olvidar y los hechos que marcan este sitio como el más emblemático y simbólico lugar, que haya existido jamás en ésta urbe.